jueves, febrero 23, 2006

Se acordaron del pozo que había en la parte posterior de la casa en medio de un terreno pedregoso y la idea de refrescarse con su agua les atrajo de tal manera que totalmente desnudos y descalzos fueron al exterior. Entre risas y bromas se expusieron al sol que golpeaba con fuerza sus mentes adormiladas, y cuando se asomaron a la profundidad del hoyo descubrieron que se encontraba casi seco. Sin embargo ella quería bajar agarrándose a la cuerda y aseguraba que sería divertido y emocionante. Marcos accedió de buena gana y rápidamente subió el cubo para después ayudarla a colocar sus pies dentro y decirla que se agarrara fuerte. Lentamente fue soltando la cuerda y los gritos de satisfacción ocasionaban un dulce eco en las paredes de piedra, pero cuando ya se estaba cansando se percató que no habían calculado el esfuerzo que supondría subirla de nuevo. Tiró concentrando toda su fuerza en hacer que la cuerda se moviera en dirección a él, ahora el sudor resbalaba hasta sus ojos y le nublaba la vista. Las venas de sus brazos hinchadas eran testigos de la ansiedad que en esos momentos le estaba atrapando cuando de pronto la cuerda se rompió, él cayó torpemente al suelo y en el fondo del pozo se hizo el silencio.

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